31 de mayo de 2015

Sobre la preparación y la armadura

Escrito para Sancho Panza Cocina Andante




“No andes, Sancho, desceñido y flojo que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.”


     Los cocineros somos mañosos con ciertas cosas, quizás extraños y excéntricos para quien no está habituado a esta actitud; en medio del demandante ritmo de trabajo, el esfuerzo y la concentración que exige el trabajo en la cocina día tras día, nos armamos de atajos, estrategias, amuletos y rituales para salir victoriosos al final de cada servicio; hay quienes son meticulosos y obstinados con el orden donde ponen las cosas porque así saben de memoria donde esta todo y ahorran tiempo, así pues habrá cocineros que ponen siempre la sal y la pimienta a la izquierda y el aceite a la derecha, habrá quienes colocan los sartenes a un lado otros arriba colgados, cada uno organiza la nevera y las gavetas a su medida según la forma como trabaja; hay cocineros que usan una “bandana de la suerte” u algún otro que usa un cuerito o muñequera, o colocan algún objeto en su estación como talismán, hay a quienes les gusta más usar un hacha, a otros un fileteador, somos quisquillosos con el tamaño de las pinzas, los cuchillos y las cucharas buscando el que nos gusta para trabajar cómodos e incluso dentro del mismo tipo de utensilios siempre habrá algún favorito por alguna característica especifica. Y dentro de todo este conjunto sin par de mañas, sistemas y utensilios, hay una herramienta muy importante, el delantal; es la armadura; se le guindan los paños, se guardan otros utensilios en él para tenerlos a mano, hay quien les coloca accesorios, chapas o pines como símbolo de identidad o expresión, sirve para agarrar cosas calientes y hasta de cobija para alguna siestecilla; puede llegar a ser tan útil como el cinturón de Batman; pero sin duda alguna, para todos representa protección, no solo de salpicaduras o quemadas; algo cambia internamente en tu hacer que te brinda confianza. Coincido con algunos amigos cocineros, que me comentaban, cada uno en sus propias palabras, que incluso cuando cocinaban  en su casa aunque fuera algo sencillo, si no usaban delantal tenían una sensación de estar indefensos. 

     En algún momento hablaba con Antonio sobre la similitud entre la cocina y el teatro, él, que ha ejercido este arte durante bastante tiempo, comentaba que el maquillaje y el vestuario eran elementos de gran importancia más que para la audiencia, para el actor mismo, pues lo ayudaba a conectar con el personaje y entrar en él; es un asunto de creerse el papel para transformarse en la persona que se desea interpretar. Algo similar sucede en el caso de la cocina con la chaqueta de cocinero y sobre todo con el delantal en ese proceso de transfiguración hacia el personaje. Fuera del contexto, andar por ahí con un delantal puede parecer hasta ridículo; pero sobre el escenario que representa la cocina, es el elemento que transforma a los actores, que los hace cobrar vida en su papel como cocineros.

     Uno de los rituales que tengo es el de colocarme el delantal, desde cómo ponerlo hasta anudarlo; la imagen en mi cabeza es como de un guerrero samurái e imagino que así se sentían mientras se iban vistiendo con su indumentaria para ir a la batalla; habrá quienes se lo imaginaran como piratas armándose para el abordaje, otros quizás como caballeros medievales; cada cual con su fantasía y lo que representa; en fin, que ya lo dije al principio, los cocineros somos gente rara y cada uno se prepara a su manera, este es solo un pequeño homenaje que tenía pendiente a esa armadura que vestimos todos los días, el delantal.



"Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque alli decia don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras... ".