Escrito para Sancho Panza Cocina Andante
“No andes, Sancho,
desceñido y flojo que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.”
Los cocineros somos mañosos con ciertas
cosas, quizás extraños y excéntricos para quien no está habituado a esta
actitud; en medio del demandante ritmo de trabajo, el esfuerzo y la concentración
que exige el trabajo en la cocina día tras día, nos armamos de atajos,
estrategias, amuletos y rituales para salir victoriosos al final de cada
servicio; hay quienes son meticulosos y obstinados con el orden donde ponen las
cosas porque así saben de memoria donde esta todo y ahorran tiempo, así pues habrá
cocineros que ponen siempre la sal y la pimienta a la izquierda y el aceite a
la derecha, habrá quienes colocan los sartenes a un lado otros arriba colgados,
cada uno organiza la nevera y las gavetas a su medida según la forma como
trabaja; hay cocineros que usan una “bandana de la suerte” u algún otro que usa
un cuerito o muñequera, o colocan algún objeto en su estación como talismán,
hay a quienes les gusta más usar un hacha, a otros un fileteador, somos
quisquillosos con el tamaño de las pinzas, los cuchillos y las cucharas
buscando el que nos gusta para trabajar cómodos e incluso dentro del mismo tipo
de utensilios siempre habrá algún favorito por alguna característica especifica.
Y dentro de todo este conjunto sin par de mañas, sistemas y utensilios, hay una
herramienta muy importante, el delantal; es la armadura; se le guindan los
paños, se guardan otros utensilios en él para tenerlos a mano, hay quien les
coloca accesorios, chapas o pines como símbolo de identidad o expresión, sirve
para agarrar cosas calientes y hasta de cobija para alguna siestecilla; puede
llegar a ser tan útil como el cinturón de Batman; pero sin duda alguna, para
todos representa protección, no solo de salpicaduras o quemadas; algo cambia
internamente en tu hacer que te brinda confianza. Coincido con algunos amigos
cocineros, que me comentaban, cada uno en sus propias palabras, que incluso
cuando cocinaban en su casa aunque fuera
algo sencillo, si no usaban delantal tenían una sensación de estar indefensos.
En algún momento hablaba con Antonio sobre
la similitud entre la cocina y el teatro, él, que ha ejercido este arte durante
bastante tiempo, comentaba que el maquillaje y el vestuario eran elementos de
gran importancia más que para la audiencia, para el actor mismo, pues lo
ayudaba a conectar con el personaje y entrar en él; es un asunto de creerse el
papel para transformarse en la persona que se desea interpretar. Algo similar
sucede en el caso de la cocina con la chaqueta de cocinero y sobre todo con el
delantal en ese proceso de transfiguración hacia el personaje. Fuera del
contexto, andar por ahí con un delantal puede parecer hasta ridículo; pero
sobre el escenario que representa la cocina, es el elemento que transforma a
los actores, que los hace cobrar vida en su papel como cocineros.
Uno de los rituales que tengo es el de
colocarme el delantal, desde cómo ponerlo hasta anudarlo; la imagen en mi
cabeza es como de un guerrero samurái e imagino que así se sentían mientras se
iban vistiendo con su indumentaria para ir a la batalla; habrá quienes se lo
imaginaran como piratas armándose para el abordaje, otros quizás como caballeros
medievales; cada cual con su fantasía y lo que representa; en fin, que ya lo
dije al principio, los cocineros somos gente rara y cada uno se prepara a su
manera, este es solo un pequeño homenaje que tenía pendiente a esa armadura que
vestimos todos los días, el delantal.