Los cocineros latinoamericanos, sobretodo
cuando estamos empezando en este oficio, tenemos siempre puesta la mirada en
Europa, en sus productos, en sus platos,
en los chef de moda y lo que estos están haciendo; procuramos copiar sus
estilos y hasta sus creaciones, queremos trabajar en sus restaurantes,
detallamos con gran veneración productos típicos como el foie gras, la trufa,
el jamón ibérico o la champaña por poner algunos ejemplos, y nos encanta hacer
uso de ellos sin importar la repercusión que estos puedan tener en el costo del
plato, con la falsa concepción de estos como símbolo de estatus y la idea de
que nos hacen ver mas profesionales; pero en ese afán de querer imitar lo
europeo, nos estamos privando a nosotros mismos de experimentar décadas y
décadas de ese proceso gastronómico-cultural por el que ellos han pasado para
llegar a donde están hoy en día, le estamos dando la espalda a nuestros
productos, a la oportunidad de conocerlos, asimilar su sabor, interpretarlos y
saber como hacer un mejor uso de ellos.
Que pretendamos estar a la par de regiones
europeas que nos aventajan en un gran tiempo en esta carrera evolutiva gastronómica
tomando el atajo de simplemente copiar sus creaciones sin ahondar mas en el
desarrollo histórico, geográfico y cultural de estas para de esta manera
entender el nuestro propio es como empezar a ver un drama policíaco y saltar
inmediatamente al final para conocer quien es el asesino, obviando toda la
exposición de este, los factores y demás personas que influyeron en la trama,
que nos harían entender como se llego a tal desenlace; al hacer esto, nos
estamos perdiendo algo, que no es para nada trivial ademas, es algo que
debería estar bien arraigado en nuestro sentir popular, y no es otra cosa que
nuestro sabor. En la conferencia de Desing Indaba sobre creatividad, llevada a
cabo en Cape Town en marzo del año pasado, el chef brasileño Alex Atala soltaba
dos frases bastante interesantes, "The best way to be global is to be
local", la mejor vía para ser global es siendo local, y "One of the most important souvenirs for a traveller is flavour", Uno de los recuerdos mas importantes para un viajero es el sabor. (Pueden ver la presentación completa aqui). Tomando en cuenta esto, conviene
reflexionar como alguien de afuera puede identificarnos por nuestro sabor si
nosotros mismos no lo tenemos muy claro aún, no lo hemos internalizado; lo
conocemos, si, pero todavía las fronteras son borrosas.
Es de hacer notar, el hecho de que no fue
sino hasta hace poco que pusimos nuestro foco de atención hacia el continente
asiático, pienso yo que es debido a dos motivos; el primero, la distancia
geográfica que nos separa de Asia, y el segundo, la ausencia en su gastronomía,
de la majestuosidad, teatralidad y
glamour que en cambio si ostentan las cocinas europeas a lo largo de su
historia. Sin embargo esa aparente sencillez y pragmatismo de la cocina
asiática no es mas que el fruto de siglos de experimentación, entendimiento y
desarrollo de productos, técnicas y herramientas, aunado a un absoluto respeto
hacia estos, que les permiten el aprovechamiento máximo de cada ingrediente; en
este proceso evolutivo gastronómico, Asia ya es adulta y madura, ha comprendido
el valor de alimentar por encima de entretener, y así se nos presenta despojada
de ornamentos y fanfarria pero con un bagaje técnico realmente impresionante.
Hablo todo esto porque lo mas importante del
asunto es que aquí en latinoamerica todo esta por hacerse, lo más interesante
esta aún por venir; hay un sin fin de
productos con los que no nos hemos adentrado aun a experimentar y desarrollar.
Tenemos un lienzo en blanco para pintar nuestra propia obra y hay quienes ya
hemos empezado a hacerlo, conviene voltear la mirada hacia esta orilla, hacia
nosotros mismos...
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